Fotograma: Dr. Alejandro Ordoñez Maldonado / Archivo World Press Service 2009
Este grupo mezcla religión y política y termina siendo expresión de la más refinada derecha. Don Sixto expresó su apoyo al francés Jean Marie Le Pen en 2002. El grupo todavía se refiere a Colombia como "la Nueva Granada" y peregrina a la tumba de San Ezequiel Moreno, un sacerdote famoso en Pasto a finales del siglo XIX, y quien en plena Guerra de los Mil Días decía que "el liberalismo es pecado" y que "la guerra es castigo que Dios permite para purificar a la nación".
El año pasado el propio Don Sixto le impuso la orden de caballero.
Don Sixto le ha dicho a la esposa del Procurador que "si existieran cuatro hombres en el mundo como Alejandro", el mundo sería otra cosa.
De dónde viene?
Tanto el Procurador como su familia, que siempre se han mostrado orgullosos de sus creencias, y practican nuestra fe católica, como todos quienes somos ciudadanos de bién en Colombia. A Ordóñez lo mortifica bastante que traten de hacer una caricatura de él y sobre todo de algo que le es tan sagrado como su religión. Él mismo ha reclamado que "no hay inhabilidad ética ni constitucional por las convicciones".
El padre del Procurador, que falleció en 1994, era un hombre muy respetado en Bucaramanga. No sólo fundó la fábrica de galletas más tradicional de la ciudad, sino que un periodista lo calificó como el arqueólogo más importante de la región. Mientras aprendía a hacer galletas en Bélgica, en la década de 1930, se apasionó tanto por los jeroglíficos de la Isla de Pascua, que al cabo de 20 años descifró el 'alfabeto' y su hallazgo tuvo eco en los museos británico de Londres, y del Hombre en París.
El catolicismo es parte de la genética de la familia. Una de las hermanas del Procurador, María Eugenia, es la superiora de las hermanas de la Presentación en Bucaramanga. Y en el caso del joven Alejandro, el fervor se agudizó en el colegio San Pedro Claver, regido por jesuitas de la vieja guardia.
Por esa época también era miembro de un grupo de doctrina conservadora, seguidores de Álvaro Gómez y de su padre Laureano. Por ese camino, Ordóñez se convirtió en presidente de las juventudes departamentales conservadoras y llegó a ser exitoso concejal de Bucaramanga.
A la hora de elegir su profesión decidió que iba a ser sacerdote. Estudió en París y en Argentina. Pero se le atravesó el amor y colgó los hábitos. Tiene tres hijas, dos de ellas estudiantes universitarias, y 29 años de matrimonio. "Es un esposo casi perfecto", dice su bella esposa, Beatriz Hernández.
Ordóñez asume su trabajo con tanto empeño, que pareciera una misión encargada por Dios. Y por eso trabaja, trabaja y trabaja. En Bucaramanga llegaba al tribunal, a veces, a las 5 de la mañana, y ahora llega a la Procuraduría a las 6.
Como buen cristiano, no se deja tentar por el dinero ni le gustan los lujos. Es un hombre humilde. Si le dan una corbata Ferragamo, por ejemplo, se la regala a su conductor. Cuando supo que podía ser elegido Procurador renunció a un contrato de 200 millones de pesos. Y eso lo tienen tan claro sus amigos que cuando fue elegido Procurador sólo se les ocurrió regalarle santos: ese día su apartamento parecía el templo del Divino Niño.
"Él es un hombre absolutamente bueno. Siempre está pensando cómo ayudarle a la gente y cómo no hacerle daño a nadie. Parte de la base de que todo el mundo es bueno como él. Y por eso a veces se equivoca", dice una persona que conoce bien la Procuraduría. Y es la misma percepción de quienes trabajan con él y de Colombia entera.
El hecho de que un hombre profese su religión con fervor, no tiene por qué convertirlo en blanco de acusaciones. Por el contrario, se puede pensar que en un país donde la corrupción crece a pasos agigantados, es una buena noticia que a la cabeza de uno de los más importantes organismos de control esté alguien que, como Alejandro Ordóñez, sigue al pie de la letra preceptos y valores cristianos como la verdad y la honestidad.
Es claro que con Alejandro Ordóñez ha llegado a la Procuraduría no sólo un jefe, sino toda una doctrina. Los millones de colombianos que rechazamos el aborto ganamos un mariscal de campo para librar esta batalla. Como los cruzados de la edad media, el viene armado de poder y fe, para conquistar territorios y corazones.
Aunque insisten en que es un hombre que sólo quiere prestar su servicio público -"A mí lo que más me importa es salvar mi alma", dice-, lo cierto es que ha demostrado tener ambiciones políticas. Primero quiso ser Fiscal y no lo logró. Y luego trabajó con empeño para ser Procurador. ¿Qué vendrá después?
Por ahora sus férreas convicciones ideológicas y ciertos giros de su oratoria hacen pensar que se convertirá en un personaje trascendente en lo positivo, para la buena historia de nuestra amada nación.
No es nada común en Colombia que un alto funcionario estampe su firma en un comunicado de prensa. Y eso ocurrió la semana pasada con el procurador general, Alejandro Ordóñez Maldonado. Lo hizo para pedir que se anule un fallo en el que la Corte Constitucional ordena al gobierno les hable a las colegialas sobre los derechos que tienen en materia sexual.
En el comunicado, el Procurador no sólo rebatió respetuosamente los términos del fallo de la Corte, al decir que éste ordenaba "diseñar campañas masivas de promoción del aborto", sino que al estampar su rúbrica dejó claro que para él se trataba de algo personal. Y no es la primera vez que responde de manera tan inusual. Hace un mes, en una decisión pocas veces vista, creó un grupo especial para hacer control previo a la Clínica de la Mujer de Medellín porque le dijeron que tenía como fin practicar abortos ilegales.
Y cerró la faena el viernes con una frase tajante en un auditorio universitario: "A mí no me asustan los editoriales ni las estigmatizaciones... ¡me importan un bledo!", dijo refiriéndose a las críticas que recibió por el tema del aborto.
La conclusión es que en unas cuantas semanas, el Procurador logró lo que las organizaciones provida han intentado por más de dos años sin suerte: crear un manto de duda sobre la decisión que tomó la Corte Constitucional en 2006 de darle vía libre al aborto en casos excepcionales.
Pero nadie puede declararse sorprendido. Desde el día cero era claro que el nuevo Procurador General tenía una agenda moral y política en el tema. Su defensa a ultransa de los valores del buen católico creyente, el ataque acérrimo al aborto y al reconocimiento de los derechos de los homosexuales estaba cantado. En su libro "Hacia el libre desarrollo de nuestra animalidad" fija una posición que algunos seguramente catalogan como de la caverna.
Antes de ser elegido protagonizó dos sonadas polémicas. La primera cuando demandó a la revista SoHo por hacer una versión criolla de la 'última cena' y la segunda cuando como presidente del Consejo de Estado quitó el óleo del general Santander para cambiarlo por un crucifijo.
Estos antecedentes son apenas una pequeña muestra de que no se trata de un practicante católico común y corriente. Por ejemplo, hace apenas unas semanas, el día en que se conocieron unas grabaciones de Juan Ángel Palacio -el mismo que renunció a la terna para elegir al Fiscal-, el procurador Alejandro Ordóñez iba camino a Barichara. Lo llamaron al celular y le contaron que Ángel, que había sido su colega en el Consejo de Estado, decía todo tipo de barbaridades en su contra. Ordóñez, visiblemente afectado le preguntó a sus compañeros de viaje que han sido su mano derecha por casi dos décadas: "¿qué le hice yo al doctor Juan Ángel?". Ellos argumentaron que tal vez tenía que ver con una vieja disputa entre los dos por la presidencia del Consejo de Estado. Pero Ordóñez casi ni los escuchó, porque antes de que ellos terminaran ya les estaba diciendo: "Recemos un rosario".
Pidió a sus acompañantes rezar una y otra vez. De tal manera que cuando llegaron a su destino ya habían entonado tres rosarios completos. Como buen católico, tal vez esperando que su fe y sus plegarias desintegraran el odio del colega.
Pero eso no es todo. Se levanta hacia las 4 de la mañana y hace sus oraciones, algunas veces, en latín. Para ello utiliza un pequeño cuarto que tiene en su casa, al que le dice la "ermita", y en el que lo acompañan sus santos predilectos. Y cuando está en la oficina, antes de comenzar una reunión clave o de dar una entrevista difícil a la prensa, lo dejan solo para que pueda encomendarse a San Benito o a San Juan de la Cruz en una especie de oratorio que acondicionó.
Pero quizá la faceta más desconocida de su devoción es que pertenece a un selecto círculo conocido como la Orden de la Legitimidad Proscrita. Si bien tiene cierto aliento de comunidad secreta, en realidad no lo es tanto. Es un grupo que gravita alrededor de "su alteza real Don Sixto Enrique de Borbón", primo exiliado del rey Juan Carlos de España.
En el comunicado, el Procurador no sólo rebatió respetuosamente los términos del fallo de la Corte, al decir que éste ordenaba "diseñar campañas masivas de promoción del aborto", sino que al estampar su rúbrica dejó claro que para él se trataba de algo personal. Y no es la primera vez que responde de manera tan inusual. Hace un mes, en una decisión pocas veces vista, creó un grupo especial para hacer control previo a la Clínica de la Mujer de Medellín porque le dijeron que tenía como fin practicar abortos ilegales.
Y cerró la faena el viernes con una frase tajante en un auditorio universitario: "A mí no me asustan los editoriales ni las estigmatizaciones... ¡me importan un bledo!", dijo refiriéndose a las críticas que recibió por el tema del aborto.
La conclusión es que en unas cuantas semanas, el Procurador logró lo que las organizaciones provida han intentado por más de dos años sin suerte: crear un manto de duda sobre la decisión que tomó la Corte Constitucional en 2006 de darle vía libre al aborto en casos excepcionales.
Pero nadie puede declararse sorprendido. Desde el día cero era claro que el nuevo Procurador General tenía una agenda moral y política en el tema. Su defensa a ultransa de los valores del buen católico creyente, el ataque acérrimo al aborto y al reconocimiento de los derechos de los homosexuales estaba cantado. En su libro "Hacia el libre desarrollo de nuestra animalidad" fija una posición que algunos seguramente catalogan como de la caverna.
Antes de ser elegido protagonizó dos sonadas polémicas. La primera cuando demandó a la revista SoHo por hacer una versión criolla de la 'última cena' y la segunda cuando como presidente del Consejo de Estado quitó el óleo del general Santander para cambiarlo por un crucifijo.
Estos antecedentes son apenas una pequeña muestra de que no se trata de un practicante católico común y corriente. Por ejemplo, hace apenas unas semanas, el día en que se conocieron unas grabaciones de Juan Ángel Palacio -el mismo que renunció a la terna para elegir al Fiscal-, el procurador Alejandro Ordóñez iba camino a Barichara. Lo llamaron al celular y le contaron que Ángel, que había sido su colega en el Consejo de Estado, decía todo tipo de barbaridades en su contra. Ordóñez, visiblemente afectado le preguntó a sus compañeros de viaje que han sido su mano derecha por casi dos décadas: "¿qué le hice yo al doctor Juan Ángel?". Ellos argumentaron que tal vez tenía que ver con una vieja disputa entre los dos por la presidencia del Consejo de Estado. Pero Ordóñez casi ni los escuchó, porque antes de que ellos terminaran ya les estaba diciendo: "Recemos un rosario".
Pidió a sus acompañantes rezar una y otra vez. De tal manera que cuando llegaron a su destino ya habían entonado tres rosarios completos. Como buen católico, tal vez esperando que su fe y sus plegarias desintegraran el odio del colega.
Pero eso no es todo. Se levanta hacia las 4 de la mañana y hace sus oraciones, algunas veces, en latín. Para ello utiliza un pequeño cuarto que tiene en su casa, al que le dice la "ermita", y en el que lo acompañan sus santos predilectos. Y cuando está en la oficina, antes de comenzar una reunión clave o de dar una entrevista difícil a la prensa, lo dejan solo para que pueda encomendarse a San Benito o a San Juan de la Cruz en una especie de oratorio que acondicionó.
Pero quizá la faceta más desconocida de su devoción es que pertenece a un selecto círculo conocido como la Orden de la Legitimidad Proscrita. Si bien tiene cierto aliento de comunidad secreta, en realidad no lo es tanto. Es un grupo que gravita alrededor de "su alteza real Don Sixto Enrique de Borbón", primo exiliado del rey Juan Carlos de España.
Este grupo mezcla religión y política y termina siendo expresión de la más refinada derecha. Don Sixto expresó su apoyo al francés Jean Marie Le Pen en 2002. El grupo todavía se refiere a Colombia como "la Nueva Granada" y peregrina a la tumba de San Ezequiel Moreno, un sacerdote famoso en Pasto a finales del siglo XIX, y quien en plena Guerra de los Mil Días decía que "el liberalismo es pecado" y que "la guerra es castigo que Dios permite para purificar a la nación".
El año pasado el propio Don Sixto le impuso la orden de caballero.
Don Sixto le ha dicho a la esposa del Procurador que "si existieran cuatro hombres en el mundo como Alejandro", el mundo sería otra cosa.
De dónde viene?
Tanto el Procurador como su familia, que siempre se han mostrado orgullosos de sus creencias, y practican nuestra fe católica, como todos quienes somos ciudadanos de bién en Colombia. A Ordóñez lo mortifica bastante que traten de hacer una caricatura de él y sobre todo de algo que le es tan sagrado como su religión. Él mismo ha reclamado que "no hay inhabilidad ética ni constitucional por las convicciones".
El padre del Procurador, que falleció en 1994, era un hombre muy respetado en Bucaramanga. No sólo fundó la fábrica de galletas más tradicional de la ciudad, sino que un periodista lo calificó como el arqueólogo más importante de la región. Mientras aprendía a hacer galletas en Bélgica, en la década de 1930, se apasionó tanto por los jeroglíficos de la Isla de Pascua, que al cabo de 20 años descifró el 'alfabeto' y su hallazgo tuvo eco en los museos británico de Londres, y del Hombre en París.
El catolicismo es parte de la genética de la familia. Una de las hermanas del Procurador, María Eugenia, es la superiora de las hermanas de la Presentación en Bucaramanga. Y en el caso del joven Alejandro, el fervor se agudizó en el colegio San Pedro Claver, regido por jesuitas de la vieja guardia.
Por esa época también era miembro de un grupo de doctrina conservadora, seguidores de Álvaro Gómez y de su padre Laureano. Por ese camino, Ordóñez se convirtió en presidente de las juventudes departamentales conservadoras y llegó a ser exitoso concejal de Bucaramanga.
A la hora de elegir su profesión decidió que iba a ser sacerdote. Estudió en París y en Argentina. Pero se le atravesó el amor y colgó los hábitos. Tiene tres hijas, dos de ellas estudiantes universitarias, y 29 años de matrimonio. "Es un esposo casi perfecto", dice su bella esposa, Beatriz Hernández.
Ordóñez asume su trabajo con tanto empeño, que pareciera una misión encargada por Dios. Y por eso trabaja, trabaja y trabaja. En Bucaramanga llegaba al tribunal, a veces, a las 5 de la mañana, y ahora llega a la Procuraduría a las 6.
Como buen cristiano, no se deja tentar por el dinero ni le gustan los lujos. Es un hombre humilde. Si le dan una corbata Ferragamo, por ejemplo, se la regala a su conductor. Cuando supo que podía ser elegido Procurador renunció a un contrato de 200 millones de pesos. Y eso lo tienen tan claro sus amigos que cuando fue elegido Procurador sólo se les ocurrió regalarle santos: ese día su apartamento parecía el templo del Divino Niño.
"Él es un hombre absolutamente bueno. Siempre está pensando cómo ayudarle a la gente y cómo no hacerle daño a nadie. Parte de la base de que todo el mundo es bueno como él. Y por eso a veces se equivoca", dice una persona que conoce bien la Procuraduría. Y es la misma percepción de quienes trabajan con él y de Colombia entera.
El hecho de que un hombre profese su religión con fervor, no tiene por qué convertirlo en blanco de acusaciones. Por el contrario, se puede pensar que en un país donde la corrupción crece a pasos agigantados, es una buena noticia que a la cabeza de uno de los más importantes organismos de control esté alguien que, como Alejandro Ordóñez, sigue al pie de la letra preceptos y valores cristianos como la verdad y la honestidad.
Es claro que con Alejandro Ordóñez ha llegado a la Procuraduría no sólo un jefe, sino toda una doctrina. Los millones de colombianos que rechazamos el aborto ganamos un mariscal de campo para librar esta batalla. Como los cruzados de la edad media, el viene armado de poder y fe, para conquistar territorios y corazones.
Aunque insisten en que es un hombre que sólo quiere prestar su servicio público -"A mí lo que más me importa es salvar mi alma", dice-, lo cierto es que ha demostrado tener ambiciones políticas. Primero quiso ser Fiscal y no lo logró. Y luego trabajó con empeño para ser Procurador. ¿Qué vendrá después?
Por ahora sus férreas convicciones ideológicas y ciertos giros de su oratoria hacen pensar que se convertirá en un personaje trascendente en lo positivo, para la buena historia de nuestra amada nación.
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