miércoles, 18 de febrero de 2009

Llegó el apretón a la prensa.El panorama para los periódicos colombianos es complejo, como en todo el mundo. El tercer canal marcará la ruta a seguir.

Hace poco más de un año, las empresas periodísticas regionales más importantes, El Colombiano, Vanguardia Liberal, de Bucaramanga, y El País, de Cali, se unieron para crear la empresa Grupo Nacional de Medios (GNM), con la idea de desarrollar proyectos, entre ellos crear una marca nacional en la categoría de diarios populares y buscar la entrada a la televisión privada nacional, en compañía de un socio estratégico.En ese orden, uno de los objetivos fue el de ingresar al mercado de medios de la capital del país. Así, en octubre unificaron sus exitosas marcas de diarios populares locales y lo lanzaron con el nombre Qué hubo. Aunque hoy siguen manteniendo el producto, la experiencia ha sido muy pobre: la semana pasada sacaron al gerente, al jefe de circulación, al jefe de redacción, a cuatro periodistas y a otros 15 empleados. Fue la respuesta a unas pérdidas que se estiman ya en más de $2.000 millones.El diario El Tiempo, de Bogotá, el periódico más importante del país y de propiedad mayoritaria del grupo Planeta, inició en el segundo semestre del año anterior un proceso de ajuste, ordenado desde Barcelona (España). En sólo cuatro semanas salieron de la compañía alrededor de 250 trabajadores y todo indica que continuará el apretón en los próximos meses. La austeridad es cada día mayor y cobija a todas las áreas, pero en la redacción ha sido marginal...hasta ahora.El Espectador, que reinició operaciones como diario el 11 de mayo de 2008, acaba de reestructurar su departamento de publicidad, para lo cual retiró al jefe de área y está próximo a iniciar una campaña de sinergia con otros medios del grupo Santo Domingo.
Los anteriores son ejemplos de la conciencia que se está adquiriendo en las empresas periodísticas impresas del país, incluyendo a las revistas, de la situación que viven: una baja o estancamiento en la venta de suscripciones y caída en la circulación en la calle. Las razones son las mismas que en otros países: publicaciones de nicho que atraen a grupos más reducidos de lectores, tendencia creciente de segmentación de mercados, sustitución de la lectura del papel por otros medios como Internet y celulares, envejecimiento de la población adicta al papel y no ocurrencia de un relevo generacional y una cada vez más amplia red de canales de televisión con programación de todo tipo.Es un cambio estructural, no cíclico, distintos a otros como el de la industria automotriz. Puede que todavía sea muy temprano para decirlo en Colombia, pero terminará imponiéndose, pues poco tiene que ver con la disminución prevista de los ingresos de publicidad.Cruel, pero real: “Mis hijos no son capaces de imaginarse por qué alguien querría leer el periódico. Y no creo que sea culpa del periódico; simplemente es el progreso tecnológico”, sostiene el profesor de Marketing, Meter Fader, codirector de Wharton Interactive.
Media Iniciative. Una realidad global
Si el 2008 hubiese sido otro año más, un año en el que empresas ícono de Estados Unidos, como el caso de General Motors, no hubiese estado a punto de declararse en bancarrota, un año en que los mercados bursátiles no hubiesen perdido un tercio de su valor, un año tranquilo, sin ejecuciones hipotecarias, pérdidas en los planes de pensiones, ni un goteo constante de fabulosas ofertas de viajes, entonces tal vez, en ese caso, la precipitada caída del negocio de la prensa escrita habría sido la más importante historia financiera del momento”, advierte con un estilo particular un artículo de Wharton.Y es que los datos no dejan duda. La empresa Tribune, propietaria de Los Angeles Times y Chicago Tribune, se declaró hace unas semanas en bancarrota, por lo cual recortará empleos, congelará salarios y buscará hacerse eficiente por la vía de suscripciones.
Uno de los datos más preocupantes es la evidente retirada de los diarios en las poblaciones pequeñas, lugares a los cuales ya no llegan periódicos, por las bajas ventas y el elevado costo del transporte para llevar la prensa a lugares distantes de las grandes capitales. En Colombia, los diarios son casi un privilegio de los municipios de más de 100.000 habitantes. En otras partes, el asunto es más grave. Algunas grandes ciudades van a quedarse sin periódicos. Los dos más importantes de Detroit decidieron terminar los envíos permanentes a domicilio: ahora sólo ofrecerán el servicio tres días a la semana. El Christian Science Monitor ya lo había determinado así, limitando la edición impresa a un día a la semana y redirigiendo a los lectores a su Web. Sin embargo, el puntillazo más grande de la crisis de los periódicos impresos lo dio The New York Times. A comienzos de septiembre del año pasado, el mexicano Carlos Slim anunció que había comprado por US$128 millones un paquete equivalente al 6,4% de las acciones de la compañía, y a mediados de enero pasado, el periódico le recibió un crédito por US$250 millones.La situación del NYT es grave, si se mira lo que ha pasado con su acción. Cuando Slim adquirió las acciones en septiembre, su cotización era de US$14, la cuarta parte de los US$51 de 2002. Ahora, el precio está por debajo de US$5 dólares.No menos dramática es la situación del grupo Prisa de España, dueña del periódico El País –considerado el más importante diario de habla hispana, dueño de Santillana, del canal de televisión Digital Plus y Mediacapital–. La acción de Prisa también ha caído en forma espectacular, de 27 a 2 euros. En Gran Bretaña, Francia y Alemania, la situación de los periódicos no está lejos de ese panorama desalentador. Planeta, editorial española, que compró el 55% de El Tiempo, de Bogotá, por un precio de US$185 millones (valoración que hoy estaría por encima del precio del NYT), no cotiza en bolsa, pero no escapa a la crisis económica que se vive en España. Acaba de ajustar la edición en Internet del periódico ADN y los resultados de la edición impresa de este experimento de prensa gratuita en su país no son nada alentadores. No se descarta su cierre en los próximos meses, como ya lo hizo el consorcio Metro con varias de sus ediciones.
El ajuste “criollo
Antes de finalizar el primer semestre, se deberá conocer quién se queda con el tercer canal privado de televisión en Colombia. Hay tres aspirantes: Planeta-El Tiempo; Prisa-GNM y el grupo Cisneros, de Venezuela. La expectativa es grande y marcará no solo el futuro de la tele en Colombia, en particular por la coyuntura económica que se vive, sino que paradójicamente despejará dudas acerca del mercado de medios en el país, en concreto de los periódicos impresos. Algunos piensan que dadas las dificultades financieras del grupo Prisa de España, es muy probable que su interés por el canal no sea el mismo que en el pasado y en esos términos la competencia sea entre Planeta y el grupo Cisneros de Venezuela.
¿Qué le conviene más al país: Planeta o Cisneros?
Las apuestas están divididas a favor y en contra.Hay quienes consideran que con Planeta habría una concentración inconveniente en el manejo de la opinión pública del país por parte de un grupo extranjero, al ser dueño también del principal periódico, en tanto que con Cisneros estaría presente la mano de Chávez, aunque no hay una evidencia clara sobre este último tema.De cualquier forma, los socios “impresos” de los extranjeros en la televisión sentirán la decisión. En el caso de Planeta, no tener el canal llevaría a un replanteamiento de su estrategia de medios en el país, ya de por si analizada con cuidado por su equipo financiero, encabezado por el español Néstor Amela, gerente general de Servicios Compartidos en Colombia y con oficina en El Tiempo. Esa evaluación hecha de El Tiempo determinaría el futuro de publicaciones como el popular Hoy, los semanarios regionales de Tunja, Ibagué y Villavo, y la revista Enter, entre otros. Para el gratuito ADN, que en su salida no contaba con la recesión, se esperan los resultados de la próxima ola del Estudio General de Medios (EGM), por conocerse pasado el primer trimestre. En el interior de Planeta no hay claridad sobre el futuro del canal local Citytv. Francisco Solé, un español que conoce muy bien al país y con grandes amigos en el Gobierno, es la cabeza de Planeta para la búsqueda del canal.
El otro diario importante de la capital del país, El Espectador, procura consolidarse como diario. Su crecimiento ha sido lento, pero hay confianza en el Grupo Santo Domingo acerca del futuro. Por ahora, ha lanzado una gran estrategia de realización de foros internacionales con un buen soporte publicitario, que no ha logrado tener el diario. Extraoficialmente, se habla de que habrá importantes ajustes en el área periodística y editorial.
Regreso a la casa
A nivel regional, el escenario más probable es que los más importantes medios (El Colombiano, Vanguardia y El País) se queden sin canal nacional al no poseer el brazo financiero que compense las dificultades de Prisa. Por otro lado, la experiencia poco exitosa que han tenido en la capital del país los lleva a replantear las acciones en favor de consolidar su poder local y enfrentar la crisis. Ya han demostrado que reinan en sus regiones y los intentos de los diarios de Bogotá, El Tiempo y El Espectador, de entrar a esos mercados tampoco han tenido gran éxito. Luego de pensar en “nacionalizarse” en Bogotá, todo indica que no tienen otra opción que blindar sus mercados locales como fórmula de supervivencia. El Colombiano de Medellín, próximo a cumplir cien años, domina sin duda en esa región con su tradicional diario, el popular La Chiva y el semanario gratuito Gente. Es propietario de La República, diario económico de la capital que compite con Portafolio, de El Tiempo. El Colombiano es una empresa manejada con una gran ortodoxia financiera, lo cual le ha dado un importante respiro económico, que no ha sido puesto en peligro en sus intentos de expansión, en los que no le ha ido bien: incursión en directorios telefónicos hace unos años o en la alianza estratégica con otros diarios de provincia en pos de nuevos negocios.Como proyecto estratégico importante, El Colombiano planea adquirir una nueva rotativa para instalarla en Medellín, en la que se puedan imprimir más publicaciones de otros formatos, tipo revistas. La inversión prevista supera los US$10 millones.

Uno de los retos a los que se enfrenta la empresa antioqueña es el relevo generacional de sus cuadros directivos. El Colombiano es de propiedad de dos tradicionales familias paisas: Gómez Martínez y Hernández de la Cuesta. En la actualidad, la directora es Ana Mercedes Gómez y el gerente es Luis Miguel de Bedout, quienes manejan la casa periodística desde hace más de dos décadas. Juan Gómez, quien fuera director por varios años, es el embajador de Colombia ante el Vaticano. Cali es una ciudad más abierta para los periódicos: no hay un líder solitario y consolidado, pero la casa editorial de la familia Lloreda ha sabido sortear y sobrevivir a estas situaciones. El diario de información general, El País, es el periódico que más lectores ha perdido en los últimos años. Según el EGM, en el primer semestre del año pasado tenía 196.200 lectores y en el segundo logró ajustar los 145.000. Hace un par de años, luego de una fallida operación que integrarían los diarios populares Hoy, de El Tiempo, y La Chiva, de El Colombiano, puso en circulación Qué Hubo, un exitoso diario sensacionalista, líder en Cali.El País en los últimos años ha sido asesorado por la firma mexicana Danilo Black, que le ha guiado en su plan estratégico para los próximo años: concentrarlo en las suscripciones y fortalecer a Qué Hubo en la calle.Barranquilla ha sido escenario de la más encarnizada guerra de los diarios populares. El Heraldo, propiedad de tres troncos familiares costeños: Pumarejo, Fernández y de la Rosa, le salió al paso al intento del Grupo Nacional de Medios (El Colombiano, El País y Vanguardia) de meterse al populoso mercado de la capital con la marca Nuestro Diario, ahora Qué Hubo.Pocas semanas antes de salir al mercado Nuestro Diario, El Heraldo lanzó su popular con el nombre Al Día y canibalizaron su propio mercado, a tal punto que El Heraldo, otrora primer diario de la Costa bajara de 155.800 lectores en el primer semestre del año pasado a unos 123.000.En la actualidad, hay tres periódicos populares en Barranquilla: Al Día, Nuestro Diario y La Libertad. Esta situación ha hecho que los anuncios se dividan entre más manos, sintiéndose en la región una bajonazo en las ventas. El Heraldo, recientemente asesorado por la firma española Innovation, está en la carrera por el tercer canal privado de televisión, con el 7% del proyecto que lidera Planeta.

Esta situación ha hecho pensar que El Heraldo podría ser adquirido por Planeta-El Tiempo, aunque todavía se recuerda la amarga experiencia de los Santos con el Diario del Caribe, que debieron cerrarlo luego de manjarlo por varios años. El Heraldo ha sido visitado en un par de ocasiones por representantes del grupo encabezado por Alejandro Galvis, dueño de Vanguardia, El Liberal, El Universal, La Tarde y el Nuevo Día, que además tiene el 30% de las acciones del Grupo Nacional de Medios. Los diarios regionales vieron en la segmentación de su mercado la alternativa futura de supervivencia, y esa acción la han acometido a través de diarios populares dirigidos a estratos socioeconómicos bajos. Pero no calcularon que los diarios tradicionales perderían lectores con este experimento. Esa situación es la que está viviendo Vanguardia Liberal, al que su propio popular le está robando lectores. Primero se llamaba Nuestro Diario, ahora se llama Qué Hubo, al igual que en Medellín y Cali.Vanguardia pasó en el primer semestre de 2008 de 126.100 lectores a 68.000 en el segundo. No obstante, es el diario regional de mejores márgenes en el negocio global. Continuando con la diversificación, lanzó en el mercado el semanario deportivo Tribuna, pero tuvo que cerrarlo a las pocas semanas de su aparición. Al igual que El Colombiano, cuenta con una publicación semanal gratuita de vecindario llamada Gente, que circula en el barrio Cabecera de la ciudad bonita y en Cañaveral del municipio de Floridablanca. Galvis, uno de los hombres más poderosos de Santander y uno de los más ricos del país, también le está apostando al tercer canal con los españoles de Prisa. El diario santandereano es dirigido por Sebastián Hiller y gerenciado por Álex Galvis, pero el verdadero poder detrás del trono es el patriarca Alejandro, muy cercano al maltrecho gobernador Horacio Serpa cuya ineficiencia administrativa, ejecutiva y política, son prenda evidente de la decadencia de su liderazgo. El panorama de los periódicos en Cartagena es igual al de Bucaramanga. La llegada de su propio popular les ha hecho perder muchos lectores a los diarios de información general, en este caso a El Universal, de propiedad de Alejandro Galvis y de la familia Araújo, dueños del Hotel Las Américas.

Pese a que El Universal pasó de 112.200 lectores a 105.500 de julio a diciembre de 2008, la empresa ha decidido meterse en la carrera por la inminente venta de su vecino, El Heraldo, de Barranquilla. Adicionalmente, está instalando cerca de Turbaco, en la carretera que une la capital de Bolívar con la capital del Atlántico, una moderna rotativa en la que produce las dos ediciones costeñas del tabloide popular Nuestro Diario, ahora Qué Hubo. El mercado de Cartagena es ampliamente dominado por el diario popular de los Galvis y a corto plazo se ve claramente la consolidación de un solo grupo que domine el mercado de la Costa Atlántica. A mediados del año pasado, se rumoró la venta de La Patria de Manizales al grupo de Alejandro Galvis. El histórico diario del departamento de Caldas también ha sido duramente golpeado por la llegada de los populares y el estrechamiento del mercado en el eje cafetero.La Patria, casa editorial de la familia Restrepo, se ha concentrado en los trabajos editoriales, para lo cual compró una rotativa de segunda mano en Estados Unidos, por unos US$800.000. El periódico de los Restrepo cuenta con tres cabeceras: La Patria, Nuevo Estadio y Nuestro Diario. Pero una de las joyas de la corona en Manizales es el nuevo edificio de la empresa, ubicado en la zona de mayor valorización en esa ciudad. El mercado de los periódicos tradicionales en Pereira es dominado por el Diario del Otún, que pasó de 51.400 a 43.200 lectores de un semestre a otro. Pero el líder absoluto es Nuestro Diario, ahora Qué Hubo, con 92.200 lectores. El tercer jugador en el mercado risaraldense es La Tarde, del grupo Galvis con familia del ex presidente César Gaviria. La Tarde se ha convertido en el impresor de diarios más importante de la zona, incluyendo al suroccidente. Allí se imprime el diario El Liberal de Popayán, también de Galvis, y hace un año renovó su rotativa para ampliar su capacidad de producción y hacerle competencia a La Patria en la impresión de trabajos editoriales externos.
¿Ser o no ser?
El Grupo Prisa de España pasa por su peor momento desde su nacimiento. Según las últimas versiones, Carlos Slim estaría interesado en la cadena radial y por esa ruta se podría quedar con Caracol radio de Colombia. Carlos Slim es amigo personal de la familia Polanco, propietaria del Grupo Prisa de España; lo fue de quién fuera su fundador, Jesús de Polanco, fallecido en 2007; y ahora lo es de los herederos del empresario español: sus hijos Ignacio y Manuel Polanco, actual presidente y director general del grupo Prisa, respectivamente; su hija María Jesús y su ex mujer Isabel Moreno Puncel; y de su sobrino Javier Diez de Polanco, consejero delegado de Sogecable. Además, Slim comparte con la familia Polanco la amistad con el ex presidente del gobierno español, Felipe González. De esta forma, y de modo informal, Slim ha comunicado a los hermanos Polanco, en diversas ocasiones, que estaría dispuesto a comprar su participación en la cadena española de emisoras de radio, la SER. Así lo confirman fuentes de los accionistas minoritarios de la emisora. Los Polanco no han decidido todavía qué van a hacer, aunque el presidente de Prisa ha asegurado que el grupo no está dispuesto a malvender activos.La SER es una auténtica joya. Según los datos de la última oleada de 2008 del Estudio General de Medios, correspondiente al tercer trimestre, la Cadena SER culminó el año aumentando su audiencia y consolidando un liderazgo rotundo en la radio española, con 4.700.000 oyentes diarios de lunes a viernes, que marcan con claridad grandes distancias con todos sus competidores. La SER domina la radio las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Mal momento
El Grupo Prisa está pasando la peor crisis desde su nacimiento, en los años sesenta; y esta situación está obligando a sus propietarios a plantearse la posibilidad de vender activos. En este punto, Ignacio y Manuel Polanco, con el apoyo de Pancho Pérez, el socio histórico de la familia, consideran que vender Cuatro, la SER y los activos iberoamericanos es la única manera de superar la asfixia financiera. Los Polanco y Pancho Pérez están cada día más alejados de Juan Luis Cebrián, director general e ideólogo del grupo en los últimos diez años, quien pretende que las cosas continúen como están.
El principal problema de Prisa es su endeudamiento, que roza los 6.000 millones de euros. En noviembre de 2008, Juan Luis Cebrián reconoció, en el Foro de la Nueva Comunicación, que la deuda de Prisa (situada entonces en torno a los 4.800 millones de euros) alcanzaría ese año seis veces el resultado bruto de explotación, “y no estaremos contentos hasta que sea sólo tres veces el ebitda”. Hasta que no se alcance ese objetivo, Cebrián no es partidario de pagar dividendos.El director general de Prisa señala como origen de la deuda la aventura audiovisual del grupo: la fusión de Canal Satélite Digital y Vía Digital (que costó, según Cebrián, 1.000 millones de euros), un crédito sindicado de Prisa procedente de la primera OPA sobre Sogecable y la oferta de compra sobre la portuguesa Media Capital. El resto de la deuda correspondería a un crédito puente de 1.950 millones de euros concedido por seis bancos, cuya refinanciación se cerró el pasado 18 de julio. Cebrián confiaba en que antes de que terminase 2008, o como muy tarde en los primeros compases de 2009, iba a resolver el problema del endeudamiento con la venta de la televisión de pago vía satélite Digital Plus, pero no ha sido así. Al principio, Prisa pidió por su filial 5.000 millones de euros, aunque tuvo que bajar sus pretensiones a 2.500, ante la falta de candidatos. Ahora, a la gente de Prisa le queda una sola oferta, lanzada por Telefónica de España y la gala Vivendi, que ofrecen solo 1.800 millones de euros, una cantidad muy por debajo de las expectativas.La crisis de Prisa también se ha reflejado en el precio de sus acciones en bolsa. El año pasado, el grupo sufrió un fuerte batacazo y 2008 no será, precisamente, un periodo de tiempo que los Polanco quieran mantener en la memoria. La caída ha sido espectacular: 82,02%. Una caída que en la bolsa sólo se ha visto superada por algunas inmobiliarias españolas.Si no fuese por la deuda, la situación del Grupo Prisa sería desahogada. Según los últimos datos disponibles, el liderazgo de los negocios del grupo Prisa, y la diversificación de sus ingresos, le permitió crecer en facturación y beneficios durante los primeros nueve meses del año, pese a la crisis de los mercados, y mejora significativamente los márgenes.
En los primeros nueve meses de 2008, los ingresos de explotación de Prisa se han incrementado en 14,4% frente al mismo período del año anterior y han alcanzando los 3.083,4 millones de euros. El resultado de explotación (ebit) llegó a los 607,19 millones, lo que supuso un incremento de 68,5% y el ebitda llegó hasta los 811,6 millones de euros (un aumento del 40,4%). El beneficio neto fue de 207,3 millones (un incremento del 41,9%). Pese a la recesión en el mercado, los ingresos publicitarios subieron 1,3%. Cuatro creció 17,2%; la Radio, 2,6%; Media Capital, 6,2% y Prisacom, 31,7%.Todo indica que antes de finalizar marzo se sabrá la movida de Prisa para enfrentar la situación, pues en ese momento deberá desembolsar alrededor de 2.000 de euros, que no posee. Esto aclarará muchas cosas, incluyendo su idea de ir tras el tercer canal privado de televisión en Colombia y lo que ocurrirá con Caracol y otras cadenas radiales de esta parte del mundo.
Los intereses creados
La herencia Polanco está formada por los cuatro hijos de “don Jesús”, fruto de su matrimonio con Isabel Moreno Puncel: Ignacio, Manuel, Isabel y María Jesús.
La madre murió poco después de Jesús, en el 2007. Los tres primeros hijos trabajan full time para el grupo familiar, presidiendo más de veinte empresas y figurando en cerca de setenta. La única que no lo hace es María Jesús, que siempre ha estado apartada de las tareas de dirección. Junto con ellos, están los dos hijos de la segunda mujer de Jesús Polanco, Mari Luz Barreiros: Alberto y Cristina Comenge Barreiros, quienes para Polanco eran como sus otros dos hijos. Y luego está el apéndice familiar que lideran sus fieles sobrinos, encabezados por Javier Díez de Polanco, y los hermanos Jaime y Guillermo Polanco Soutullo.La mayoría de los miembros de la familia están dispuestos a vender activos, porque tiene un papel más de rentistas que de ejecutivos. En cambio, el ideólogo del grupo, el periodista Juan Luis Cebrián, y el socio de la familia Pancho Pérez, no piensan de la misma forma. El primero intenta salvar la situación vendiendo sólo los activos televisivos, y el segundo está dispuesto a venderlo todo para salvar la editorial de libros Santillana y el buque insignia del grupo, El País.
De todas formas, según el pacto suscrito por el propio Jesús Polanco, sus cuatro hijos y su ex mujer, en diciembre de 2003, los firmantes se obligaban a no transmitir ni disponer en ninguna forma de estos títulos por un período de 10 años, o sea hasta 2013, excepto si los cuatro hermanos acuerdan por unanimidad disponer de éstos.Slim Times¿Qué hay detrás del préstmos por 250 millones de dólares del empresario mexicano a The New York times?José Fernando López¿Estaremos asistiendo a una versión corregida y aumentada de la obra de Prokófiev, Pedro y el lobo? El 4 de mayo del año pasado los diarios ingleses reportaron que Carlos Slim había adquirido el uno por ciento de las acciones de la compañía Independent News & Media (INM), propietaria, entre otros, del diario The Independent de Londres. Para esa época, ya los precios de las acciones de INM –como los de la mayoría de las grandes empresas de medios– venían en caída. De 3.67 euros por acción el 15 de junio de 2007, la cotización había caído por debajo de los dos dólares a comienzos de mayo de 2008. La operación –por una valor estimado en 18 millones de euros– dio lugar a varias especulaciones. Una era que Slim había adquirido el paquete de acciones de The Independent como un as a guardar bajo la manga para una posible negociación con Denis O’Brien, propietario de Digicel, el mayor operador de telefonía móvil en el área del Caribe (y competido de Slim en la zona). O‘Brien, quien ha estado tratando de adquirir INM desde hace varios años, ha logrado acumular el 20 por ciento de las acciones y sostiene una pugna por su control con el empresario irlandés Anthony O‘reilly, que tiene el 28 por ciento de las acciones. La otra es que se trataba de una inversión financiera. Para la época de la compra, el precio de las acciones había caído casi 50 por ciento con respecto del pico alcanzado a mediados de 2007, y una de las estrategias seguidas por Slim desde que acumuló su primer capital ha sido comprar activos a la baja para venderlos cuando suban de precio. Dados los cambios en el mercado de medios, sin embargo, es difícil que las acciones recuperen el nivel que llegaron a tener. De hecho, entre mayo de 2008 y finales de enero de este año, el precio de las acciones de INM en la bolsa de Londres ha caído un 86 por ciento más.
No habían pasado ocho días desde el anuncio de la compra de las acciones de The Independent por parte de Slim, cuando el diario en línea El Confidencial, de España, anunció que el Grupo Prisa –propietario, entre otros, del diario El País– había entrado en conversaciones con el empresario mexicano para venderle la unidad de televisión por paga Dígital Plus. Prisa acababa de adquirir a Sogecable –que además de la plataforma Digital Plus era dueña del Canal Cuatro de televisión abierta– y había incurrido en una costosa deuda. La información –que no fue confirmada por ninguna de las partes– mencionaba la participación en las conversaciones del ex presidente Felipe González, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), copartidario y amigo de Juan Luis Cebrián ¬–director general del grupo Prisa–, y consejero y amigo desde hace varios años del empresario mexicano. La negociación, sin embargo, no se materializó y Prisa sacó a concurso la venta de Digital Plus. Al final sólo recibió una oferta de un consorcio compuesto por Vivendi de Francia y Telefónica de España (el mayor competidor de Slim en América Latina), pero apenas llegó a 1,800 millones de euros, según los medios especializados, y Prisa dice que no la venderá por menos de 2,500 millones. La operación fue suspendida, al menos por el momento.Slim, sin embargo, no se quedó quieto, y el 4 de septiembre del año pasado anunció que había comprado un paquete de acciones del diario The New York Times, considerado uno de los periódicos más importantes del mundo. En su declaración ante la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) dijo haber adquirido, a través de Inmobiliaria Carso (y en beneficio suyo y de sus seis hijos) un total de 9,100,000 acciones de The New York Times Co., empresa dueña de The New York Times y de The Boston Globe, entre otros valiosos activos. El paquete representaba 6.4 por ciento de las acciones de la compañía, lo que convertía a la familia Slim en el tercer accionista más grande de la empresa.
Consultado sobre los motivos de la compra –valorada en unos 128 millones de dólares– Slim aseguró a los reporteros de los medios mexicanos que la misma no tenía ningún valor estratégico, y que se trataba solamente de una apuesta financiera. En el momento de adquirir las acciones, su cotización rondaba los 14 dólares, su precio más bajo en una década, y casi la cuarta parte de la cotización alcanzada en junio de 2002, cuando llegó a 51.50 dólares por unidad. Como en el caso de The Independent, sin embargo, la acción siguió bajando y al finalizar enero estaba por debajo de los cinco dólares, lo que quiere decir que el valor de la inversión se había reducido a una tercera parte (hoy esas acciones de Slim están valoradas en 58 millones de dólares). Los medios escritos están atravesando por una difícil situación en el mundo, y más en Estados Unidos, debido a una fuerte caída en los ingresos por publicidad y a una disminución en sus ventas, provocadas por la creciente competencia de la información online y por la desaceleración de la actividad económica. En diciembre, Tribune Co., una de las mayores empresas editoriales del país –dueña, entre otros, de Los Angeles Times, el Chicago Tribune, el Orlando Sentinel y el Hartofor Courant– se acogió a las leyes de protección contra la bancarrota. Lo mismo pasó hace pocas semanas con el Minneapolis-St. Paul Star Tribune. De acuerdo con una estimación de Barclays Capital, los ingresos por publicidad podrían caer 17 por ciento en 2009 y 7.5 por ciento adicional en 2010. Altos interesesPor eso no dejó de ser una sorpresa cuando a mediados de enero corrió la versión de que Slim estaba de nuevo en negocios con la compañía editora de The New York Times, y más aún cuando se supo de qué se trataba: un préstamo a seis años por 250 millones de dólares, por el cual el empresario mexicano recibiría un interés de 14.053 por ciento anual, más un paquete de opciones (o “warrants”) para adquirir 15.9 millones de acciones –divididas por partes iguales entre la Inmobiliaria Carso y el Grupo Financiero Inbursa, y en beneficio directo del empresario y sus hijos– antes del 15 de enero del año 2015.
A pesar de que ya para entonces estaba perfectamente claro que la economía de Estados Unidos había entrado en un periodo de recesión y que el crédito bancario se había secado prácticamente después de que estalló la crisis financiera, las condiciones del crédito llamaron la atención de los especialistas. Tres meses antes, cuando Goldman Sachs necesitaba urgentemente 5,000 millones de dólares para sobrevivir, Warren Buffett había conseguido asegurar un dividiendo de 10 por ciento –considerado alto en ese momento– sobre un paquete de acciones preferenciales de la empresa. La decisión del The New York Times Company de pactar el crédito en esas condiciones –que Gawker, un popular blog de medios de Manhhatan, asimiló con los préstamos “subprime” que llevaron a la crisis inmobiliaria en Estados Unidos– refleja no sólo la situación del mercado, sino la urgencia que tenía el diario de conseguir el dinero. A septiembre del año pasado –últimos datos contables disponibles–, The New York Times Company sólo tenía 46 millones de dólares en efectivo y un total de 1,100 millones de dólares en deuda de corto plazo, de los cuales tenía que pagar 400 millones en mayo de este año. Y las opciones de conseguir ese dinero parecían escasas.Si bien la compañía no ha querido hacer grandes recortes, para no afectar la calidad de sus publicaciones –en particular la de The New York Times– en noviembre del año pasado redujo a una cuarta parte los dividendos a sus accionistas –con lo que los miembros de la familia Ochs-Sulzberger, que ha manejado el periódico durante más de 100 años y posee todas las acciones con derecho a voto, dejaron de recibir más de 18 millones de dólares– y ha tratado de vender otros activos –como su participación en el equipo de béisbol las Medias Rojas de Boston, y su propio edificio corporativo en el área de Manhhatan–. La situación no daba espera.Aunque la directora general de la empresa, Janet Robinson, aseguró en una nota publicada por su propio matutino, que “este acuerdo nos proporciona un aumento en nuestra flexibilidad financiera para continuar ejecutando nuestra estrategia de largo plazo… [y para] continuar explorando otras iniciativas financieras y enfocarnos en reducir nuestra deuda a través de la generación de efectivo de nuestro negocio y otros pasos decisivos”, hay quienes aseguran que si la situación de la publicidad no mejora la compañía se verá forzada a realizar drásticos recortes para poder cubrir todas sus obligaciones.
De acuerdo con una nota publicada por The Wall Street Journal, los ingresos netos de la compañía en el tercer trimestre del año pasado –todavía no hay datos para el cuarto– cayeron 51 por ciento con respecto a los de 2007. Y la caída en las ventas se viene acelerando. En noviembre, según el artículo, las ventas cayeron 21 por ciento con respecto al año anterior. En octubre habían caído 16.2 por ciento y en septiembre habían caído 13 por ciento. No en vano la propia señora Robinson aseguró en diciembre que el año 2009 “será uno de los más difíciles que hemos enfrentado”.
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¿Por qué entonces –después de “perder” más de 70 millones de dólares de su primera inversión en menos de tres meses– Carlos Slim insiste en hacer negocios con The New York Times? Como él no lo dice claramente, las interpretaciones han sido muchas: desde la obvia, recogida por Alice Gomstyn de ABC News, de que lo hace porque puede –para eso es el segundo hombre más rico del mundo según la revista Forbes– hasta el deseo de buscar el control de la publicación, pasando por la confianza en los actuales administradores de la compañía. Pero la más difundida es que se trata, nuevamente, de una inversión puramente financiera. Primero, porque la rentabilidad es alta. Si se tiene en cuenta que al valor del préstamo hay que deducirle el precio intrínseco de los “warrants”, que la misma empresa valoró en 21,147,000 dólares, el interés es de 15.3 por ciento anual: 35.1 millones de interés nominal (14.053 por ciento de 250 millones) dividido por 228.8 millones (250 millones menos el precio intrínseco de los “warrantas”). Y segundo, porque los “warrants” le dan la oportunidad de adquirir un paquete de 15.9 millones de acciones a un precio de 6.35 dólares por unidad –menos de la mitad de lo que le costaron las que adquirió en septiembre–.No sería la primera vez que Slim hace este tipo de apuestas. A nivel internacional, el caso más mencionado –aunque no el único– es el de MCI. En 2002, Slim aprovechó el derrumbamiento de los bonos de MCI –antigua WorldCom– para convertirse en el principal accionista de la compañía con un 13 por ciento del total de sus acciones. En abril de 2005, vendió su participación a Versión, por una suma superior a los 1,100 millones de dólares –con una utilidad aproximada a los 1,000 millones de dólares, según se estimó en ese entonces–. La diferencia estriba en que, en esa época, MCI tenía serios problemas financieros, pero la industria de telecomunicaciones estaba en pleno auge. Ahora es toda la industria de periódicos la que está en problemas.
Más recientemente, y también aprovechando la caída en el precio de las acciones, Slim fortaleció su participación en Sacks –de la que hoy tiene 18 por ciento y es el mayor accionista– y adquirió cerca de uno por ciento de las acciones de Citigroup, con una inversión cercana a los 150 millones de dólares. Pero no siempre la ha ido tan bien. En el año 2000 adquirió la cadena de venta de artículos electrónicos CompUSA por cerca de 800 millones de dólares y la empresa no dejó de perder valor hasta que finalmente decidió cerrarla a finales del año 2007. Y en la que algunos analistas consideraron su mayor muestra de genialidad –la compra de acciones de Apple en 1997– no logró una ganancia significativa por haberla vendido demasiado rápido. Pero en general la fórmula de comprar empresas en problemas a precios de ganga, y después darles la vuelta, le ha dado muy buenos resultados.La versión según la cual el negocio con The New York Times es una apuesta financiera, fue reforzada por las declaraciones de su yerno y vocero, Arturo Elías Ayub, en el sentido de que Slim no tiene ninguna intención en participar en el manejo del diario. Según él: “nosotros consideramos cualquier inversión que tenga sentido desde el punto de vista financiero, sea un periódico… o un banco”. Esa declaración, sin embargo, causó un gran malestar en círculos periodísticos estadounidenses. Turku Varadarajan escribió una columna para Forbes donde aseguró que el negocio de la información no se puede comparar con una armadora de carros –por ejemplo–, porque el periodista, a diferencia del obrero en la línea de ensamble, no trabaja sólo para la compañía que paga su salario, sino que trabaja “para su audiencia, para sus lectores, para la sociedad”.Y esa no fue la única reacción negativa que generó el anuncio del préstamo a The New York Times. Andrés Martínez, periodista de origen mexicano que fue redactor del periódico neoryorquino y editor de las páginas de opinión de Los Ángeles Times considera muy negativa para el diario neoyorquino su asociación con un hombre de negocios como Slim y menciona la posibilidad de que el diario pudiera incluso perder la independencia de su línea editorial.
El periódico The Seattle Post fue todavía más allá y escribió un editorial para cuestionar la operación, considerándola un riesgo para la seguridad nacional. “Se ha dicho que el préstamo por 250 millones de dólares de Carlos Slim a The New York Times no tendrá ninguna influencia en el manejo de las noticias y la opinión en Estados Unidos. Es posible que así sea, pero hubiera sido mejor que la duda nunca se hubiera presentado… La movida es abominable. La propiedad cuenta. Slim es un capitalista con una cercana relación con el estado mexicano. Él está comprando una participación sustancial en el periódico políticamente más influyente de Estados Unidos, y tiene la riqueza necesaria para comprarlo todo”.¿Dueño del Times?Al igual que sucedió el año pasado, cuando corrió la noticia de que Slim se había convertido en el hombre más rico del mundo, el anuncio del préstamo a The New York Times Co., prendió las alarmas y puso al empresario mexicano en la mira de todos los medios de comunicación en el mundo. Y como casi siempre que se habla de él, casi todos mencionaron la forma como se apropió de Telmex y el monopolio que mantiene desde entonces en el negocio de la telefonía mexicana. Hay quienes se preguntan, incluso, si ganar unos pesos más justifica todo eso. Según escribió Michael Learmonth en la publicación especializada Advertising Age, “el señor Slim no necesita el dinero y ciertamente no puede querer el escrutinio que una inversión tan grande tiene que traer inevitablemente. ¿Entonces, qué es lo que quiere Slim con el Times?”. O puesto de otra manera, ¿por qué alguien tan hábil para identificar posibilidades de inversión en tiempos de crisis y con miles de millones de dólares en caja decide meterse en una industria en la que ya ha sufrido grandes pérdidas?Es de ahí que surgen versiones diferentes a la de la simple apuesta financiera. Comenzando por la más radical –y la que confirmaría las dudas de muchos analistas–: que lo que quiere Slim es quedarse con The New York Times. Muchos han descartado dicha posibilidad por el hecho de que la familia Ochs-Sulzberger mantiene rígidamente controladas las acciones tipo B de la compañía, que son las que dan el derecho a voto y han negado que las quieran vender. Pero ya hay algunos, como Robero MacMillan, de Reuters, que se preguntan “¿cuánto tiempo podrá seguir la familia en el negocio?”, y recuerda que “múltiples reportes y comentaristas de prensa se han preguntado si la familia tendrá el estómago necesario para mantenerse envuelta en el negocio a pesar del desplome en el valor de sus acciones”.
Ejerciendo los “warrants” que vienen unidos con el préstamo, y una cláusula adicional que permite a The New York Times Co, pagar hasta un tres por ciento de su deuda en especie –léase acciones– Slim estaría en una fuerte posición negociadora en el caso extremo –descartado por muchos, pero no por eso inevitable– de que la empresa tenga que acogerse en algún momento a la ley de bancarrota. Curiosamente, el préstamo tiene otra cláusula, que restringe la venta de activos relacionados directamente con el negocio, lo que, de acuerdo con Greg Bensinger, de Bloomberg, “limita la capacidad de la compañía de fusionarse o consolidar sus operaciones con otra compañía”.Otros analistas mencionan la insistencia con que los voceros del empresario han dicho que a Slim no le interesa buscar una posición en la junta directiva de la empresa –como sí lo hizo el fondo Harbinger Capital Partners, que después de acumular 20 por ciento de las acciones de la empresa presionó hasta lograr dos asientos en la junta– ni inmiscuirse en el manejo de su línea editorial. Pero Slim es un jugador de largo plazo –como lo muestra la constancia con que ha ido acumulando obras de arte a lo largo de los años, hasta convertirse, según la publicación especializada ARTnews en el noveno coleccionista más grande del mundo– y es posible que, en realidad, no le interese la empresa como existe hoy en día. Pero eso no quiere decir que no le interese en general. En una entrevista con el canal de televisión estadounidense CNBC, concedida después de su primera inversión en la empresa. –y citada en un artículo reciente de Andrew Ross Sorkin periodista del diario neoyorquino,– Slim aseguró el año pasado refiriéndose a The New York Times: “Yo pienso que es un gran periódico, el mejor del mundo. Una gran marca”. Y a renglón seguido explicó su inversión: “No es lo que ustedes piensan. Lo que está declinando es el papel. No las noticias. Las noticias, la información, el contenido… miren el éxito de Google. Y yo pienso que The New York Times está haciendo un gran trabajo en la era de la información digital”.
Lo importante para Slim son los contenidos. Y la razón no podría ser más clara. Según Eduardo García, director de la publicación en línea Sentido Común, “la combinación Slim-The New York Times tiene mucho sentido si se considera que el empresario mexicano cuenta con el expertise y la propiedad de diversas redes de telecomunicaciones que podría utilizar para difundir y vender los contenidos que elabora la casa editorial estadounidense. Aunque nadie hasta ahora ha podido encontrar el modelo de negocio que haga rentable la operación de un periódico como The New York Times por internet, tal vez con la creciente combinación de servicios de telefonía, televisión por cable y acceso a internet, así como el creciente uso de la telefonía móvil, Slim pueda encontrar la forma de explotar esos contenidos”.Julio Rumbaut , consultor de medios latinos en Estados Unidos y presidente de Rumbaut & Company, dijo a PODER que “Slim se da cuenta de que la forma de distribuir la información en Estados Unidos y en el mundo va a cambiar, y se da cuenta de que hay algunos productores de contenidos de prensa como The New York Times o Los Angeles Times, o El País de España, que tienen una buena marca y una gran infraestructura, y él ve en ese tipo de compañías el futuro de los medios. Yo creo que él piensa que para hacer efectivo el contenido es necesario alguien que tenga estructura y marca. Con la proliferación de nuevos medios, los generadores de contenido con marca y estructura serán los que sobrevivan y tendrán más mercado que ahora. The New York Times supongo que estará ahí todavía”.
Próxima parada
No es fácil meterse en la cabeza de un hombre como Slim, pero a estas alturas ya no son muchos los que dudan que su interés por los medios sea genuino –aunque sea tan sólo por ser una extensión natural del negocio que lo ha convertido en el hombre más rico del mundo–. Y eso no deja de ser paradójico en un hombre que ha tenido siempre una relación distante –y poco profesional– con los medios. No sólo suele dar muy pocas entrevistas, sino que el filtro para llegar a ellas es su secretaria personal. “Lo que me extrañó siempre de Slim es que no tenga, hasta donde yo sé, una firma especializada en comunicación detrás. Cómo un hombre tan poderoso como él puede confiar los asuntos de comunicación estratégica con su secretaria, por más leal o capaz que sea”.
Bien pensado, sin embargo, sí tiene que tener a alguien que lo esté asesorando en materia de comunicación estratégica. Y en particular en el tema de los nuevos medios. Poco tolerante –en las escasas reuniones que sostiene con los periodistas– a las preguntas sobre el monopolio que ejercen algunas de sus empresas, decidió montar su propio sitio de Internet –con el nombre http://www.carlosslim.com/, que tuvo que pelear en las cortes con Ahmad Rusli, un indonesio que había reservado el dominio con el fin de vendérselo al magnate por 50 millones de dólares– en el que pretende dar respuesta a todos los interrogantes sobre el origen de su fortuna y la naturaleza del mercado en el que se desenvuelven todas sus actividades.Ahora lo que queda es esperar su próximo paso. Y ya son muchos los que apuestan a que esta vez los anuncios se harán en español. El Grupo Prisa es, por decirlo de alguna manera, un objetivo natural para Slim. Si lo que busca son gangas, las acciones del grupo están cotizadas hoy en día en su mínimo histórico.
El grupo presidido por Ignacio Polanco ha perdido en un año más de 80 por ciento de su valor en bolsa, con lo que a cierre de finales de enero su capitalización bursátil apenas alcanza los 421 millones de euros. Los inversores están preocupados, no sólo por la difícil situación que atraviesa el sector como consecuencia del desplome de la inversión publicitaria –los ingresos por publicidad de El País, por ejemplo, bajarán en 2008 en torno a 16 por ciento–, sino por el complicado futuro de Prisa como consecuencia de su fuerte endeudamiento.En marzo, el grupo tendrá que hacer frente al pago de un crédito de 2,000 millones de euros, de una deuda total que asciende a 5,000 millones de euros. Una solución parcial pasaría por conseguir la venta de Digital Plus, pero las negociaciones con Vivendi están detenidas ya que Juan Luis Cebrián dice que no está dispuesto a realizar una mala venta de su plataforma de televisión digital. Ahora Prisa anda buscando alternativas, como socios para Mediacapital o su editorial Santillana.
El cronómetro sigue corriendo en contra de Prisa y eso hace una situación inmejorable para Slim, porque si lo que busca son medios con infraestructura y con marca, Prisa los tiene todos. En los últimos días ha corrido la versión de que su interés principal estaría en la cadena SER (ver artículo), pero no se descarta que siga interesado en Canal Plus y, por qué no, en el grupo como tal. Pero, además, y esto es quizá lo más importante, en España está su mayor competidor hoy en día y hacia el futuro: Telefónica. Hay quienes dicen, incluso, que es en España donde estaría el mayor interés del empresario mexicano por los medios. Pero sería también el país donde podría encontrar una mayor resistencia. Por eso, algunos analistas señalan que a pesar de que sus inversiones en The Independent News Media y The New York Times Co. –cerca de 400 millones de dólares en total– representan menos del uno por ciento de toda su fortuna, le permitirán aparecer como un “inversionista de medios” y no solamente como el competidor de Telefónica en el momento en que decida hacer su desembarco en el país ibérico. Cuando lo haga, habrá todavía muchos que digan que lo hizo por la ganga, porque las acciones están por el piso y Slim es un mago para aprovecharse de los mercados en baja. Pero ya pocos les creerán, porque el lobo habrá dado su zarpazo.

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